En un despertar de los sentidos de manera inesperada
cuando la conciencia dormida logra abrir los ojos
ante tal provocación donde no fue la intención.
Y descubre colores distintos a los habidos,
que sin pensar las pieles reaccionaron extrañadas
pero gustosas con ganas de experimentar.
Y lo tomaron como caricia, donde ambos cuerpos
pensaron igual, sin importar su idéntica anatomía
casi de perfecta simetría.
Atendiendo al llamado de la pasión, que reclamo
su pronta fundición dejando al paso semejanzas.
Nació ahora un amor secreto que se cocina
entre encajes, bisutería y faldas.
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